sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Amigos?

“Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”. El deseo del cantante brasileño Roberto Carlos parece haberse hecho realidad con las redes sociales. Muchos usuarios de Facebook o de Tuiter presumen de tener mil, dos mil, tres mil amigos. Sin embargo, una mínima reflexión sobre la esencia de la amistad nos lleva inmediatamente a darnos cuenta del disparate de esta presunción.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la amistad es un “afecto personal puro y desinteresado que se fortalece con el trato”. Es decir, un tipo de amor. Existe el amor filial, el amor conyugal, el amor paternal, el amor fraternal y el amor de amigo. La mayoría de las personas puede contar a sus verdaderos amigos con los dedos de una mano. En realidad, el que al final de su vida pueda presumir de haber tenido un amigo, uno solo, ya puede darse por satisfecho. Pero con frecuencia, efectivamente, confundimos la amistad con otros tipos de relación, y llamamos amigo a quien no es más que un conocido o, en el mejor de los casos, un compañero de viaje, en el sentido más amplio de la palabra –de trabajo, de ocio…–, con el que compartimos aficiones y gustos.

Abusamos, por lo tanto, de la palabra amigo con una gran facilidad. Por eso podemos encontrar noticias como esta, de la que se hizo eco la prensa hace seis meses: “Una mujer anuncia su suicidio en Facebook y ninguno de sus mil amigos hace nada”. “Me tomé todas mis pastillas. Moriré pronto. Chao, chao a todos’, publicó en su perfil la británica Simone Back (42 años) antes de morir a causa de una sobredosis. Mientras, algunos de sus 1.048 contactos se burlaban o desestimaban que la mujer fuera a quitarse la vida realmente. Ninguno intentó hablar con ella o acudir para detenerla”, decía la noticia. Ninguno de sus más de mil amigos hizo nada porque ninguno era realmente su amigo.

Como tampoco son amigos aquellos otros que protagonizan noticias desgraciadamente tan frecuentes como las que comienzan con un titular del estilo de “mata a un amigo”, “roba a un amigo” o “viola a una amiga”. Con amigos como estos para qué quiero enemigos. Y es que eso es lo que son estos supuestos amigos: enemigos, gente movida por cualquier tipo de impulso –la envidia, los celos, la avaricia, el sexo…– menos el “afecto puro y desinteresado” que decíamos que caracteriza a la amistad.

Abusamos, ciertamente, del término amigo y por eso a veces acudimos a pleonasmos como “amigo íntimo” o “amigo personal” para subrayar la idea de amistad, pues hasta nosotros mismos nos damos cuenta de que a muchos amigos a secas no se les puede poner a prueba.

Reservemos, pues, el calificativo de amigo para aquel que realmente lo merezca, aunque sólo podamos llamar así a tres, cuatro, cinco personas. O a una. Al fin y al cabo, el que tiene un amigo tiene un tesoro. Al pan, pan, y al amigo, amigo.

1 comentario:

  1. Cuánta razón, Fiz... Por algo yo no presumo de amigos en FB porque no tengo FB...

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